Fueron 65 familiares de soldados caídos en Malvinas los que visitaron sus tumbas recientemente identificadas.
El miércoles 13 de marzo pasado, familiares de los héroes argentinos caídos en combate, visitaron las nuevas 22 tumbas identificadas a lo largo del último año.Donde se pudo desplegar la bandera argentina.
El cementerio de Darwin está, básicamente, en el medio de la nada. No hay señal de internet para los celulares. Ni siquiera existe una fuente de electricidad. Es por eso que para el discurso del padre Ponciano Acosta, acompañado de su par de Malvinas, el padre Ambrosio, se utilizó como proveedor de energía de los parlantes la batería de una camioneta 4×4 local.
El cementerio cambió su imagen de una manera abrupta a lo largo de los años. A 1983, la mitad de las 237 cruces figuraban con la lápida "Soldado argentino sólo conocido por Dios". Hoy quedan apenas 10. Resultó clave el Plan de Proyecto Humanitario en el que en un tramo de poco más de dos años, se logró resolver el misterio sobre las identidades de 112 de 122 soldados que aún estaban sin reconocer a principios de 2017.
Arribaron a Darwin para reencontrarse con los seres queridos a los que estuvieron buscando durante 37 años. Son los integrantes de 22 familias que pudieron hablarle, dejarle flores, banderas, rosarios, postales, cartas viejas, cenizas de una madre fallecida, portarretratos, fotos antiguas y hasta fotos actuales de niños, mensajes armados con pequeñas piedras blancas del lugar a la tumba correcta. Esas familias que viajaron desde diferentes puntos del país para poder reencontrarse con los 22 soldados caídos en las Islas Malvinas y que fueron identificados en el lapso del último año.
En las lápidas no hay rangos militares, solo se encuentran los nombres de los hombres que yacen allí debajo. Un momento para recuperar ese vínculo que existía en los hogares, ese factor que ni los compañeros del frente de batalla llegaron a conocer a fondo.
"Este es el día de las familias. Es el día de las madres. No hay nada más que eso y hay que respetarlo. Es muy difícil poder llegar a interpretar la profundidad de lo que está viviendo esta gente ahora", dice Geoffrey Cardozo, el ex militar británico que en 1983 tuvo la responsabilidad de hacerse cargo de los soldados muertos argentinos desperdigados por las Malvinas y quien aportó el primer granito de arena a la creación del cementerio de Darwin.
Cristina Lera, con sus 83 años, en silla de ruedas y con dificultades severas de audición, lanzar besos con sus manos a la tumba de su hijo Luis Guillermo Sevilla, en la tumba ubicada en la columna 8 de la fila 2 del Sector A. Ya antes había esperado en el aeropuerto de Ezeiza y viajado en el avión privado que regaló la empresa Andes a la comitiva con el portarretrato de su hijo en mano.
La madre del soldado Luis Guillermo Sevilla, Cristina Lera, junto al retrato de su hijo
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Nora, la hermana menor de Víctor Rodríguez, quien yace en la tumba 11 de la fila 5 y Mabel Godoy, quien fuera su novia al momento de que el oriundo de Lomas de Zamora fuera enviado a la guerra.
"Es como una manera de cerrar todo el círculo. Después de todo el odio, la bronca, el rencor, las peleas y la angustia que hubo en estos 37 años, llegó el momento de encontrar nuestra paz con Víctor. Y todo esto lo cerramos con un profundo sentimiento de amor", le explica Mabel Godoy.
Lorna Márquez, quien junto a su hermano brindó a su tío Rubén Márquez quizás la ofrenda más particular de toda la mañana malvinense: arrojó junto a la tumba 9 de la fila 5 en el sector B nada menos que las cenizas de su abuela y madre del soldado muerto en combate. "A lo largo de todos los años, se convirtió en un clásico ese pedido de nuestra abuela Elda. Mientras ella buscó durante tanto tiempo el lugar donde estaba enterrado su hijo, nos repetía una y otra vez 'si me llegara a pasar algo y me muero antes de que lo encontremos, quiero que me cremen y lleven mis cenizas al lado de donde esté él", explicó.
El veterano Julio Aro y la periodista Gaby Cociffi, dos de los principales impulsores del proyecto de identificación de los hasta entonces "Soldados argentinos solo conocidos por Dios", se paseaban por las tumbas recibiendo abrazos y brindando caricias en las espaldas de aquellos familiares que lo necesitaran.
Mientras Ponciano brindaba sus palabras a la gran cantidad de fieles creyentes, había dos mujeres que se mantenían inamovibles delante de la lápida de su familiar. Ambas estaban ante un mármol negro con la inscripción "Soldado argentino solo…", pero que tenía una hoja en blanca sostenida por piedras encima. En el papel se escribía el nombre de Carlos Alberto Frías. Y esas madre e hija que portaron gorros fucsia fluorescentes de lana en toda la jornada, fueron, casi sin proponérselo, dos de las grandes protagonistas del día.
Hasta el martes a la tarde se había comunicado que unas 20 familias se reencontrarían con los soldados identificados en el período del último año. Sin embargo, en la noche de ese mismo día, la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas y la Secretaría de Derechos Humanos informaron que dos soldados habían sido identificados a último momento. Uno de ellos fue Frías. Por eso, su cuñada Fermina Ojeda y su sobrina Cynthia Frías no paraban de llorar al relatar la sorpresa.
A las 12 del mediodía el veterano Omar Tabárez, quien fuera parte de la orquesta militar argentina en Malvinas, entona el "Minuto de Silencio" con la misma trompeta que había perdido en su momento y que le fue devuelta por un par británico más de dos décadas después. El músico está nervioso, conmocionado. Su exposición apenas dura unos segundos. Suficiente como para que rompa en llanto al finalizarla y se pierda en un nudo de abrazos de familiares y otros veteranos de guerra invitados a la cita.
Las familias permanecen sentadas en sus butacas. La gran mayoría de ellos no durmió más de una hora y media durante la última noche. El aluvión emocional de la mañana dio lugar a la paz. Y quien escribe no puede quitarse de la cabeza la imagen de Cristina Lera, que pese al pedido de los ayudantes de subirse a los micros, ella permanecía en su silla de ruedas, pegadita al mármol negro con la inscripción del nombre Luis Guillermo Sevilla. Ella, como tantas otras madres octogenarias que estuvieron esta vez en las Islas Malvinas, se vieron de frente con la tumba de sus hijos por primera vez en su vida.
La hermana del sargento Mario ¨Perro¨ Cisnero se abraza a la cruz de su hermano recientemente identificada |
La palabra final queda en manos de Fernanda Araujo, la presidenta de la Comisión de Familiares de Caídos de Malvinas y quien tuvo la oportunidad de conocer la tumba de su hermano Elbio Araujo durante el primer viaje de visita y reconocimiento, el 16 de marzo de 2018. "Esta vez es muy diferente a la otra. Hoy estoy feliz, ya no tengo esa carga emocional tan pesada sobre mis hombros como en el viaje anterior. Hoy quiero disfrutar todo".
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