miércoles, 14 de junio de 2017

14 de junio de 1982 : cese al fuego en Islas Malvinas y rendición no incondicional


El cese al fuego en Malvinas y rendición no incondicional

El conflicto de Malvinas, no se inició el 2 de abril de 1982 sino que fue producto de varias décadas de arbitrariedades británicas ante los reclamos argentinos.

El Reino Unido rechazó sistemáticamente resolver el conflicto con Argentina, por Malvinas, aplicando su derecho a veto cuando las resoluciones de Naciones Unidas aun llaman a solucionarlo.

El gobierno británico jamás respetó las resoluciones de naciones Unidas que los obligaba a través de la Asamblea General de las Naciones Unidas a resolver con la Argentina el conflicto de soberanía tal como lo determina la resolución 2065 XX del año 1965, presentada y aprobada, ante la ONU, por el consejero legal del ministerio de relaciones exteriores, José María Ruda durante la presidencia del doctor Humberto Illia. Pero además de no querer resolverlo, firmaban acuerdos con Argentina que luego deshonraban produciendo actos como el incidente Shackleton

Regan pdte de EEUU junto a la pm Thatcher
En 1982 la Argentina no había decidido iniciar un conflicto, con derramamiento de sangre, el objetivo de la recuperación de las Islas Malvinas - territorio usurpado por los británicos- iniciado el 2 de abril de 1982 con la Operación Rosario (el desembarco argentino en Islas Malvinas) tenía como objetivo no producir ninguna baja enemiga, durante la recuperación, para no provocar una indignación británica que justifique una acción armada, y esperar que el conflicto se resuelva por vías diplomáticas - siempre ignoradas los británicos -o apostando a que el hecho pase desapercibido e ignorando por el gobierno británico. Además Galtieri, creyó que EE.UU. no tomaría partido por Gran Bretaña y que tendría su apoyo respetando el Tratado Internacional de Acción Recíproca (TIAR) entre países americanos. Los hechos demostraron lo contrario, EE.UU. no respetaría al TIAR y le proporcionaría asistencia militar a los británicos. 

Cap. de fragata Giachino primer
argentino caído en combate
El 2 de abril de 1982, los Comandos Anfibios de la Armada Argentina iniciaron, con total profesionalidad, la recuperación de las Islas Malvinas, con la misión de no eliminar a ningún soldado británico, forzando la rendición de la guarnición británica, solo con maniobras de disuasión, tal como se hizo, a  pesar de sufrir la primera baja del conflicto, con la muerte del capitán de fragata Pedro E. Giachino. Sin embargo, la opción elegida por la infame primer ministro británica Margaret Thatcher, con muchas dificultades en su gobierno, fue la de escalar el conflicto con más derramamiento de sangre, ordenando el hundimiento del crucero ARA General Belgrano, y creyendo que así, las tropas argentinas claudicarían y abandonarían las islas; lejos de eso las Fuerzas argentinas le respondieron con el hundimiento del destructor británico HMS Sheffield.

En toda contienda bélica existen actos de valor, cobardía, profesionalismo e improvisación, la guerra de Malvinas no fue la excepción, la falta de logística y la ausencia de un centro de coordinación para las tres Fuerzas Armadas argentinas produjo que cada Fuerza peleé su propia guerra, lo que fue inclinando la balanza, poco a poca para el bando británico, pero no sin pagar un alto precio en buques hundidos o muy dañados y en muchas bajas en las tropas británicas, pérdidas que aún siguen ocultando en sus cifras.

Las tropas argentinas enfrentaron a una de las mayores e infames potencias coloniales como el Reino Unido que además fue asistida por, su aliado, EE.UU. y el colaboracionismo chileno. Sin embargo, Argentina con un grueso de tropas compuestas por jóvenes soldados conscriptos, en su mayoría, con poca instrucción militar, sin acostumbramiento ni indumentaria para a zonas frías demostraron sus valor para enfrentar al enemigo.

Cazabombardero A-4  la columna vertebral de la Fuerza Aérea Argentina para bombardear a la flota brit.
La Aviación militar argentina no tenía los mejores aviones para iniciar un conflicto armado con Gran Bretaña, salvo la Aviación Naval Argentina, que poseía los modernos cazabombarderos Super Etendard con sus misiles antibuque AM39 Exocet, retaceados por Francia y con dificultad para ser activados por pedido de los británicos, que pudieron ser lanzados por la pericia de los técnicos argentinos.La Fuerza Aérea Argentina atacaba, a la supuestamente intocable Royal Navy, con tácticas de la II Guerra Mundial y usando viejos aviones cazabombarderos A-4B/C vendidos por EE.UU. e IAI Dagger usados en los conflictos israelíes de la década del ´70, que les produjeron grandes daños a la flota británica. El último día del conflicto los británicos se enfrentaron al aguerrido Batallón de Infanteria de Marina BIM 5, integrado por conscriptos con dos años de entrenamiento bien equipados con buena moral y acostumbrados a los climas fríos, como el de Tierra del Fuego, conducidos por el recordado contraalmirante Robacio, que atestiguó el gran número de bajas británicas producidas por el BIM 5, que más tarde fue destacado por los propios británicos.

Un cese al fuego mututo

El día 14 de junio, Mario Benjamín Menéndez, quien comandaba a las fuerzas terrestres en Malvinas, firmó ante el general de las tropas británicas Jeremy Moore la rendición. Sin embargo, advirtió que solo podía responder por lo que ocurriera con sus subordinados y no por las acciones que la Fuerza Aérea y la Marina pudieran desarrollar a partir de ese momento.

Al atardecer se citaron los dos generales en jefe para firmar la rendición. En el texto, escrito por los ingleses, ponía «rendición incondicional». Menéndez protestó: «Esto no es lo acordado», dijo. «Eso tiene remedio», le respondió Moore. Y de un plumazo, Menéndez tachó la palabra «incondicional» antes de estampar su firma.

Gral Menendez gobernador de Malvinas (der) y el gral Moore jefe de las tropas invasores brit. en Malvinas
Al amanecer del 14 de junio, la primera avanzada británica llegó a las inmediaciones de la capital malvinense, junto con una intensa nevada. El general Moore instó al general Mario Menéndez a rendirse "sin involucrar al gobierno argentino" y le dijo lo que Menéndez ya sabía: la resistencia sólo podía aumentar las bajas.

El documento de la rendición no se firmó hasta muchas horas después. Había algo que los ingleses temían y Menéndez no podía garantizar: los ataques de la Fuerza Aérea.

Se pidió al vicecomodoro Eugenio Miari, uno de los testigos firmantes de la rendición, que hablara al continente con el jefe de la Fuerza Aérea Sur, brigadier Ernesto Crespo para que se rindiera. Miari anticipó: "No lo va a hacer".

Brigadier Re Ernesto Crespo jefe de la FAS
Esa fue la respuesta de Crespo. Hubo horas de cabildeos hasta que los británicos hallaron una fórmula: "Que nos de su palabra de honor de que no nos va a atacar". Esta vez fue el brigadier Luis Castellanos quien habló con Crespo, que ya tenía su decisión pero igual la respuesta: "Dejámelo pensar". Horas después dio su palabra de honor.

Durante el fin de las hostilidades, el grueso del Ejército Argentino estaba en el continente y los buques de la Armada Argentina, como el portaaviones 25 de Mayo se hallaban cerca de las costas continentales, por temor a que los submarinos enemigos lo ataquen. Los destructores argentinos se encontraban custodiando las costas de Tierra del Fuego; claramente el conflicto armado, por Malvinas, se podría haber extendido, por mucho tiempo más. La Fuerza Aérea Sur, a pesar de las pérdidas , seguía atacando, desde el continente, a los británicos, como el primer día y sin poder ser doblegada como lo expresó el brigadier (RE) Ernesto Crespo, jefe de la Fuerza Aérea Sur (FAS) durante el conflicto del Atlántico Sur ¨la Fuerza Aérea no se rindió. Peleó hasta el último día y nos pidieron que no siguiéramos luchando¨.

En honor a la verdad la llamada rendición argentina en Islas Malvinas fue un cese al fuego mutuo y no una rendición incondicional, como lo muestra la propaganda británica. Tanto argentinos como británicos optaron por detener el derramamiento de sangre iniciado por Thatcher. Lejos de ser una imposición, la llamada rendición se firmó casi en el primer minuto del 15 de junio de 1982 (*). Se hizo una traducción al castellano en la que, como en el original, Menéndez tachó la palabra "incondicional", lo que equivale a decir que los británicos no impusieron su voluntad sino que acordaron con la Fuerzas Argentinas no proseguir con el derramamiento de sangre.
IAI Dagger de la Fuerza Aérea Argentina listos para seguir atacando a la flota británica en Malvinas
Malvinas, es un conflicto que aún prosigue por vías diplomáticas, aunque el Gobierno británico intente distorsionarlo inventando en una falsa causa de autodeterminación kelper inaplicable. Negar, ocultar o disfrazar este conflicto, como hace la propaganda colonialista británica, no contribuirá a solucionarlo sino a prolongarlo en el tiempo y dejarlo pendiente de resolución.

Algo tan ridículo como que el propio invasor británico hable de invasión argentina, de las Islas Malvinas, siendo quienes usurpan dicho suelo desde 1833 y donde expulsaron, una vez más,  por la fuerza a los isleños argeninos, sin respetarles sus derechos de habitar un suelo propio.

Argentina no tiene ninguna duda sobre sus imprescriptibles derechos soberanos sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwichs del Sur y espacios marítimos circundantes que defendió, con sangre y valor, cuando tronaron los cañones y que continúa reclamando por sus derechos sobre un terriotorio que le pertenece.


(*) En la traducción, y con el apuro, se escribió a mano que la rendición "surtirá efecto a partir de la 0 hora del 10 de junio". Cuatro días antes que en el original.

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