Ante una hipotética incursión militar al archipiélago, legisladores británicos exhortaron a París a conformar una alianza defensiva Francia debería apoyar a Gran Bretaña en caso que Argentina "vuelva a invadir" las Islas Malvinas, y de esa forma "devolver el favor" a Londres por el apoyo militar en la ofensiva contra milicias islámicas en Mali, según afirmaron parlamentarios británicos. Los legisladores por la circunscripción inglesa de Bolton, David Crausby, y de Bromley, Jean Stroud-Mort, indicaron que Londres debería pedir la asistencia del gobierno francés en caso de un nuevo conflicto militar en el Atlántico Sur, tras la Guerra de Malvinas de hace 30 años, según consignó la agencia Ansa. Según Crausby, la única forma de prepararse para "una ofensiva" es "incrementar el gasto de Defensa o contar con el apoyo de los supuestos aliados franceses".
Es que la Royal Air Force (RAF) está proveyendo actualmente de apoyo logístico a Francia para su campaña terrestre contra rebeldes musulmanes en Mali. En ese sentido y en medio del debate en el Parlamento, Crausby preguntó si Francia "devolvería el favor" en caso de que Argentina "invadiera las islas Malvinas". Stroud-Mort dijo, por su parte, que tiene un vínculo personal con las Malvinas, ya que quedó viuda de su marido John Stroud, caído en la guerra de 1982. Ambos legisladores hicieron las declaraciones en una ponencia en la Cámara de los Comunes, en Londres, ante Andrew Robathan, secretario de Estado para asuntos de Defensa.
Robathan afirmó que es "improbable" que Argentina "invada las Malvinas porque existe una cláusula en la Constitución de ese país que lo prohibe". "No he discutido este tema con Francia", subrayó el funcionario conservador. Según Crausby, la única forma de prepararse para "una ofensiva" es "incrementar el gasto de Defensa o contar con el apoyo de los supuestos aliados franceses". Las declaraciones fueron hechas días después que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner enviara una carta abierta publicada en los periódicos ingleses The Guardian y The Independent, en la que instó al Reino Unido a entablar negociaciones que lleven a la devolución de las islas australes.
Más de la hipocresía británica que pretende quedar como la victima en una acto repudiable realizado sobre las islas Malvinas, Georgia del Sur y Sandwich del Sur.
El Reino Unido jamás recurrió a una guerra del siglo XX y XXI sin el apoyo de su principal aliado EEUU. Intentar presentar solicitudes de apoyo es sumamente irrisorio para un país colonialista que porta materal armamentístico de última generación. Seguir involucrando paises en el conflicto por Malvinas y no comenzar por resolverlo por la via diplomática es un grave error.
El pedido de ayuda británico que le solicita a Francia ante una eventual nueva guerra en nuestra islas Malvinas parece olvidar el hecho de que Francia cooperó con los invasores británicos durante el conflicto de Malvinas cuando requirieron que se le imponga a la Argentina un embargo el martes 6 de abril de 1982 donde: Francia, Alemania y Canadá declaran un embargo sobre las exportaciones de armas hacia Argentina. El embargo francés apuntó a dejar de suministrar misiles exocet y sus códigos de activación para su lanzamiento.Sin embargo técnicos argentinos pudieron aprovechar la poca cantidad de misiles antibuque AM-39 exocet y asestar varios ataques sobre la flota invasora británica. Parte de estos hechos se relatan a continuación:
La trama secreta de los códigos Exocet en 1982
Un equipo técnico de los constructores franceses del sistema avión Super Etendard-misil Exocet estuvo durante la Guerra de Malvinas de 1982 en el país mejorando el funcionamiento de los misiles y se hace eco de una nota de reciente aparición en la revista francesa Le Marin con el testimonio de uno de los técnicos, a quien identifica con las iniciales C.L. (Christian Larrieu).
El jefe de esa misión, Hervé Colin, del grupo Dassault-Breguet, junto a Pierre Guiminot -el francés que quedó prendado de la profesora argentina- de la empresa Thomson CSF, además del ingeniero Christian Larrieu, de la firma Sagem, trabajaron codo a codo con los aviadores navales y técnicos en la base Comandante Espora para poner a punto las aeronaves.
Luego del pedido de Margaret Thatcher a François Mitterrand para que el Gobierno galo impidiese a los argentinos la operación del letal avión Super Etendard y su misil Exocet (pez volador, en francés), la presión se hizo sentir y todos los técnicos, salvo Guiminot, de Thomson, retornaron a Francia. La contratista Thomson era clave, proveía los circuitos de la interfaz que permite el «diálogo» de los sensores del avión (el radar) con el complejo mecanismo de guiado del misil hasta el blanco.
El fabricante del misil, la empresa Aeroespatiale, fue la primera en cortar los contactos con la Aviación Naval argentina, pero Guiminot, aunque pertenecía al conglomerado Thomson, conocía el sistema tanto como un especialista de Aeroespatiale y ayudó al éxito de la misión de puesta a punto. El centro de la operación de adquisición del programa HUUK, nombre código de la compra de los aviones Super Etendard y sus misiles AM-39, era el entonces capitán de fragata Carlos Testa, un ingeniero en armas y control de tiro, que se destacaba por su tenacidad para resolver dificultades técnicas, quien años más tarde de la finalización de la guerra, en 1993, fue designado agregado naval en la embajada argentina en Francia.En simultáneo con los esfuerzos de los técnicos y mecánicos de la base aeronaval Comandante Espora para «sintonizar» el avión con el lanzador y el misil Exocet, Testa afilaba sus contactos en París para dar con los números códigos que requería la puesta a punto del sistema avión-misil.
Dos suboficiales, el «Mingo» Ibáñez y Banegas, pasaron días con noches interminables entre cables, valijas de prueba, computadoras portátiles y datos de los preciados «códigos», los números que en determinada secuencia permitían ajustar todo el conjunto de las señales de posición, la telemetría, el radar y el sistema de puntería del misil, dijo a ese diario un técnico que prefirió no dar su nombre. La culminación con el éxito en las maniobras de puesta a punto llegó por el rol casi de James Bond cumplido por Testa, quien recibió los ansiados «códigos» directamente de una de las empresas francesas involucradas en la construcción de los Super.
La información partió hacia la Argentina en manos del comandante de una aeronave de Aerolíneas Argentinas. Los datos coronaron el esfuerzo de equipo y las pruebas dieron luz verde al lanzamiento del misil que el 4 de mayo se mostró al mundo como el arma más letal en el combate antisuperficie con el hundimiento del destructor Sheffield.
Las maniobras de inteligencia británicas se agudizaron tras el ataque exitoso del binomio Super-Exocet y el alto mando inglés concibió una operación extrema: el sabotaje a los aviones en Río Grande y la eliminación de los pilotos navales. Fracasó por la pérdida del factor sorpresa, los viejos radares SPS 40 de los destructores Piedrabuena y Bouchard detectaron el helicóptero Sea King de la Royal Navy que transportaba a los comandos de las SAS encargados de esa misión casi suicida. Las tropas de elite se replegaron vía Chile tras incendiar el helicóptero.
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