sábado, 3 de diciembre de 2016

El soldado conscripto que capturó la bandera británica tras desembarcar en Islas Malvinas

El soldado conscripto Pablo Mana de la Inf. de Marina con la bandera británica capturada bajo el brazo en Malvinas
Pablo Mana el soldado conscripto que capturó la bandera británica tras el desembarco argentino en las Islas Malvinas

La foto de un joven soldado, conscripto, argentino de la Armada Argentina, recorrió el mundo el día que Argentina recuperó las Islas Malvinas, el 2 de abril de 1982. Una experiencia que lo marcó.
Hoy trabaja como asistente del mejor polista del mundo Adolfo Cambiaso.

Tres días después, en plena madrugada del 5 de abril, se bajó del ómnibus que lo traía de Bahía Blanca y empezó a caminar desde la terminal de su Vicuña Mackenna natal, Córdoba, hasta su hogar. Apenas divisaba una luz en medio de la oscuridad: la del kiosko de Miguel Rava. Se acercó y vio una foto de la revista Gente, desplegada. No sabía bien por qué, pero la imagen le resultaba familiar. Había un soldado. Y una leyenda: "Nuestro Pablito Mana en Malvinas". Un frío le recorrió el cuerpo. Llegó a la casa, despertó a la madre, que se largó a llorar porque no lo esperaba y tampoco sabía de él. Compartieron un abrazo eterno. Pablito tenía 19 años.

Muchos son los que conocen a Mana, pero no todos saben de su otra historia, la de ex combatiente que participó del desembarco. "No soy de chapear con eso. El que supone que me la paso hablando de la guerra, se equivoca", dice. Y menos que menos pueden relacionarlo con aquel adolescente de la foto con la bandera británica. ¿Y Cambiaso cómo lo toma? "Adolfito sabe que estuve en Malvinas, pero no hablamos del tema. Mirá que a veces hacemos viajes de 600 kilómetros en auto, solos y tomando mate, y ni sale la palabra Malvinas", señala Mana, que el resto del año vive en Vicuña Mackenna, ciudad del sur de Córdoba con unos 12.000 habitantes. Casado con Paola Casanova, tiene 4 hijos: Augusto (22 años), Mateo (17), Pilar (16) y Santos (11). ¿La curiosidad? Los tres varones se dedican al fútbol: Augusto y Santos juegan en San Martín de Vicuña Mackenna, mientras que Mateo está en las inferiores de Talleres y vive en Córdoba. "Vaya a saber porqué juegan todos al fútbol, qué habrá en la genética. Lo que sí, no tienen ni idea de lo que es una cola de caballo. Menos mal que no me salieron poleros: con la plata que cuesta? ¡Zafé!", admite, risueño.

El conscripto infante de marina en Malvinas

Hoy Pablo Mana, tiene 54 años, difícilmente lo relacione con aquella imagen. Personaje pintoresco si los hay, gran contador de historias en noches de asado y confraternidad en Cañuelas, Mana es uno de los asistentes del mejor polista del mundo: Adolfo Cambiaso. Desde entonces, allá por 2011, entre septiembre y diciembre Mana vive en Cañuelas. Arma las prácticas, distribuye jugadores, reparte camisetas, toma los tiempos en los partidos. Todo lo que se refiere al organigrama de polo pasa por sus dominios. "La idea es que todos se diviertan y la pasen bien", explica. Se lo suele ver en un carrito de golf, al costado de las canchas, muchas veces tomando mate con Cambiaso. "Somos los que más polo vemos en el año en La Dolfina", cuenta. No sólo ven prácticas: también siguen de cerca la evolución de los caballos.

Malvinas forma parte de su vida. Fueron semanas y experiencias muy intensas. "Tenía 19 -relata- y estaba haciendo la conscripción en la Armada. Me quedaban seis meses. Era asistente del capitán Roberto Roscoe, que oficiaba de traductor en ese momento. Me llevaba a todas las reuniones y yo percibía que algo se estaba gestando. No sabía si era con los chilenos por el Beagle o qué. Un día lo agarré y le dije: ?Sé que algo va a pasar. Yo también quiero ir, sea lo que sea'. Roscoe me contestó: ?Quedate tranquilo que vas a ser el primero en acompañarme'. Y fue así nomás. Salimos de la base naval de Puerto Belgrano, cerca de Bahía Blanca, en el buque Cabo San Antonio. Éramos unos 800. Fueron 5 o 6 días de viaje, cerca de la costa, hasta enfilar hacia las islas. ¡Nunca la pasé tan mal! ¡Lo que se movía ese barco! No podíamos comer ni un caramelo. Hasta que el almirante Carlos Büsser nos juntó a todos antes de llegar y nos contó cuál era la misión que íbamos a cumplir. Fue una arenga muy especial, a tal punto que nos olvidamos de que el mar estaba picadísimo".

-Y cuando te dicen qué es lo que van a hacer, ¿cuál fue tu sensación?

Cap de fragata Pedro Edgardo Giachino
primer caído en la recuperación argentina
de las Islas Malvinas el 2 de abril de 1982
-En esa época, a los 19 años, uno se cree que es inmortal. ¡Yo estaba feliz! En el momento no sentís absolutamente nada. Después tomás conciencia. Hoy, con 54 años, no sé si no estaría corriendo para que no me maten. No recuerdo haber sentido nada. Estaba contento, con ganas de bajar y cumplir la misión. Creo que nos pasaba lo mismo a los 800 que desembarcamos.

Mana recuerda cada instante de esa madrugada del 2 de abril. "Nos dividieron en dos grupos. Uno fue a tomar la casa del gobernador; el otro, el destacamento de los Royal Marines, que fue de fácil captura porque todos se habían ido a cuidar la casa. Fueron 3 horas de tiroteo. En esa acción es donde cae el capitán Pedro Giacchino. Llegamos a verlo vivo, antes de que lo trasladaran al hospital, donde falleció. Tomamos la casa. Los ingleses se rindieron y cesó el fuego. Y ahí viene toda la historia de la bandera".

-¿Cómo fue? ¿Quién te sacó la foto?

-Entramos en la casa junto con el teniente Tudury. Había una puerta, cerrada. Detrás se escuchaban voces. La abrimos de una patada y adentro nos encontramos con tres soldados ingleses comunicándose con Londres por un radio. Los tomamos prisioneros. Empecé a mirar más en detalle la oficina del gobernador y encontré en un cofre la bandera inglesa que iba a ser izada ese día. ¡No les dimos tiempo porque llegamos antes! Rompí el cofre y la saqué. Ahí fue cuando pensé "me la llevo de recuerdo". 

Cuando salí, y de esto me enteré después, había un fotógrafo argentino que me sacó esa foto desde lejos. Fue una foto histórica. Pero yo no tenía ni idea hasta que no volví a mi pueblo y la vi en aquel kiosko en Vicuña, de madrugada.

El fotógrafo era Rafael Wollmann. Trabajaba para varios medios argentinos. Nos encontramos mucho tiempo después, en Pinamar, durante unas vacaciones. Se acordaba de la foto, pero obvio que ni me reconocía. Me mandó el original. Fue un lindo reencuentro, con anécdotas de aquellos tiempos, de nuestras vidas.

-Estuviste en el desembarco, en la toma, a los tres días volviste a Vicuña Mackenna. ¿Nunca regresaste a las Malvinas, al combate?

-No, como infantes de marina, estuvimos el 2 de abril en la toma. Allá quedó el ejército. Volvimos a tierra en un Hércules. Semanas después nos llevaron de vuelta a Río Grande, pero ya no pudimos cruzar a Malvinas. Estaba todo bloqueado. Y ahí nos quedamos hasta el final.

El 2 de abril de 1982 la bandera argentina flamea, nuevamente, en Islas Malvinas tras 149 años de usurpación británica 
-Treinta y cuatro años después, ¿qué mirada tenés de la guerra?

-Soy feliz por haber vivido parte de la historia. Pasaron muchas cosas después. Se mezcló todo lo que había sido Malvinas con la represión, con los desaparecidos. ¡Nada que ver! La guerra nunca es buena, eso está claro. Y es tremendo lo que viene a continuación: murieron muchos más después de la guerra, por factores psicológicos, que en las islas durante el combate. Además del rechazo y de la discriminación que se sufre. Ir a buscar un trabajo aclarando que estuviste en la guerra era un factor determinante para que te bocharan. ¡Un disparate! Hoy, en estos últimos años, noto un mayor respeto y acercamiento al ex combatiente en los actos patrios. En cada desfile por las ciudades y los pueblos sentimos el afecto de la gente.

El V.G.M. Pablo Mana trabajando en el palenque de ¨La Dolfina¨

Bandera británica capturada en Malvinas el 2 de abril de 1982 por el conscripto Infante de Marina VGM Pablo Mana
LaNación - Fotos Lanacion e internet

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