Creación de la Comandancia Política y Militar de las Islas Malvinas
La República Argentina recuerda la fecha de creación de la
Comandancia Política y Militar de las Islas Malvinas y las adyacentes al Cabo
de Hornos por parte de la Gobernación de Buenos Aires en 1829, ya que, desde su
independencia, el país heredó de la Metrópoli "los territorios y procedió
al dictado de las normas y de estructuras administrativas que consolidaron el
ejercicio de su soberanía".
A pesar del tiempo transcurrido de la expulsión de autoridades y habitantes argentinos en 1833 cuando Inglaterra tomó control de las islas y de las invitaciones al diálogo, el Reino Unido "se niega a reanudar las negociaciones de soberanía" incumpliendo la recomendación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
A pesar del tiempo transcurrido de la expulsión de autoridades y habitantes argentinos en 1833 cuando Inglaterra tomó control de las islas y de las invitaciones al diálogo, el Reino Unido "se niega a reanudar las negociaciones de soberanía" incumpliendo la recomendación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Hasta antes de la Guerra de 1982, Londres no dudó en
dialogar con Argentina inclusive con dictaduras, por lo que "resulta
incomprensible e inadmisible su negativa a volver a la mesa de negociaciones
con sucesivos gobiernos democráticos", prosiguió la Cancillería en un
comunicado.
"Argentina no está sola en su reclamo: América Latina y
el Caribe respaldan con firmeza el legítimo derechos sobre las Islas y los
espacios marítimos circundantes y, como muestra de solidaridad, en marzo pasado
los cancilleres de Uruguay y Cuba y el vicecanciller de Perú expresaron su
respaldo ante el secretario general de la ONU y el Comité Especial de
Descolonización", reseñó la gacetilla.
Por otra parte, en la última Cumbre entre América del Sur y
África, las 54 naciones de ese continente expresaron su respaldo a los derechos
de soberanía argentinos.
Además de la ONU, exhortaron al diálogo entre las partes el
Grupo de los 77 y China, las Cumbres Iberoamericanas y de Países Sudamericanos
y Árabes (ASPA), la Organización de Estados Americanos (OEA).
Sin embargo, el Reino Unido organizó en marzo pasado una
votación entre los habitantes de las Islas Malvinas para preguntarles sobre
"cuestiones que pretenden tergiversar la verdadera condición jurídica en
que se encuentra el territorio".
"Esa votación no encuentra sustento en ninguna de las
40 Resoluciones de la ONU sobre la Cuestión Malvinas, no altera la naturaleza
bilateral de la disputa ni releva a ese país de cumplir con la obligación que
el derecho internacional le impone, es decir, la reanudación de
negociaciones", apuntó el comunicado.
La negativa al diálogo además "encubre una
injustificada presencia militar británica en el Atlántico Sur, así como la
ilegítima apropiación de recursos naturales, lo que genera una creciente
preocupación en la comunidad internacional, como lo expresó la Cumbre
Ministerial de los países de la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur en
enero del corriente año".
La condición del Reino Unido como Miembro Permanente del
Consejo de Seguridad de la ONU, y el privilegio que esa posición conlleva, le
demanda una "responsabilidad especial como garante de la paz y seguridad
internacional que deserta al rehusar el diálogo", consideró desde Cancillería Héctor Timerman.
"En memoria de los patriotas y pioneros expulsados de
su tierra en 1833, el Gobierno argentino reitera su derecho inalienable sobre
las islas, así como su disposición a reanudar las negociaciones a las que
exhorta la ONU para dar punto final a tan inaceptable como anacrónica situación
colonial".
El Gobierno británico utilizó el nombramiento de Vernet como excusa para actuar, y el 19 de noviembre de 1831 envió una protesta al ministro de relaciones exteriores Tomás Guido. En dicho escrito el Reino Unido argumentaba que la evacuación de 1774 no había invalidado sus derechos al archipiélago, y acusaba al gobierno de Buenos Aires de haber avanzado sobre su soberanía.
Con ese acto, el Reino Unido desconocía todos los antecedentes por los cuales había renunciado al territorio:
Creación de la Comandancia Política y Militar de las Islas
Malvinas
Con el fin de reforzar la presencia del Estado argentino, el
10 de junio de 1829 el gobernador delegado de Buenos Aires, Martín Rodríguez, y
su ministro Salvador María del Carril, por intermedio de un decreto ley crearon
la 'Comandancia Política y Militar de las Islas Malvinas y adyacentes al Cabo
de Hornos en el Mar Atlántico, con sede en la isla Soledad y con jurisdicción
sobre las islas adyacentes al cabo de Hornos que dan hacia el océano Atlántico
Sur. En los considerandos del decreto se afirmaba:
Cuando por la gloriosa revolución de 25 de mayo de 1810 se
separaron estas provincias de la dominación de la Métropoli, la España tenía
una posesión material de las Islas Malvinas y de todas las demás que rodean el
cabo de Hornos, incluso las que se conoce bajo la denominación de Tierra del Fuego,
hallándose justificada aquella posesión por el derecho de primer ocupante, por
el consentimiento de las principales potencias marítimas de Europa, y por la
adyacencia de estas islas al continente que formaba el Virreinato de Buenos
Aires, de cuyo gobierno dependían.
Por esta razón habiendo entrado el Gobierno de la República
en la sucesión de todos los derechos que tenía sobre estas provincias la
antigua Métropoli y de que gozaban sus virreyes ha seguido ejerciendo actos de
dominio en dichas islas, sus puertos y costas; a pesar de que las
circunstancias no han permitido hasta ahora dar a aquella parte del territorio
de la República la atención y cuidados que su importancia exige.
Pero siendo necesario no demorar por más tiempo las medidas
que puedan poner a cubierto los derechos de la República haciéndole al mismo
tiempo gozar de las ventajas que pueden dar los productos de aquellas islas y
asegurando la protección debida a su población, el Gobierno ha acordado y
decreta:
Artículo 1°: Las islas Malvinas y las adyacentes al Cabo de Hornos en el mar Atlántico serán regidas por un comandante político y militar nombrado inmediatamente por el Gobierno de la República.
Artículo 1°: Las islas Malvinas y las adyacentes al Cabo de Hornos en el mar Atlántico serán regidas por un comandante político y militar nombrado inmediatamente por el Gobierno de la República.
Artículo 2°: La residencia del comandante político y militar
será en la isla de la Soledad y en ella se establecerá una batería bajo el
pabellón de la República.
Artículo 3°: El comandante político y militar hará observar
por la población de dichas islas, las leyes de la República y cuidará en sus
costas de la ejecución de los reglamentos sobre pesca de anfibios. Articulo 4°:
Comuníquese y publíquese.
Firmado; Martín Rodríguez, Salvador M. del Carril.
En aquella época había intención del gobierno bonaerense de
crear otra comandancia en la boca oriental del estrecho de Magallanes, lo que
formalmente no se concretó.
El mismo día se nombró a Luis Vernet con el título de
Comandante Político y Militar, por intermedio de otro decreto:
El Gobierno de Buenos Aires, habiendo resuelto por decreto
de esta fecha que las Islas Malvinas, adyacentes al Cabo de Hornos en el mar
Atlántico sean regidas por un comandante político y militar y teniendo en
consideración las calidades que reúne Don Luis Vernet, ha tenido a bien
nombrarlo, como por el presente lo nombro, para el expresado cargo de
Comandante Político y Militar de las islas Malvinas, delegando en su persona
toda la autoridad y jurisdicción necesaria al efecto.
Firmado: Martín Rodríguez. Salvador M. del Carril.
Se acompañó el nombramiento con la entrega de un diploma
sellado y firmado por las autoridades.
Vernet solicitó el apoyo gubernamental para el emplazamiento
de un fuerte en la Isla Soledad, que debía contar con fortificaciones y
artillería defensiva adecuadas. También insistió en que se le asignara un
pequeño buque de guerra para asegurar el cumplimiento de lo dispuesto en la Ley
Nacional de Pesca: efectuar la cobranza de los derechos de pesca en aguas
sujetas a su jurisdicción, arresto de los infractores, transporte de maderas
desde el estrecho de Magallanes, enlace con los asentamientos del río Negro y
con el puerto de Buenos Aires, etc. Las autoridades aceptaron las sugerencias
del comandante y le otorgaron cuatro cañones, cincuenta fusiles y la munición y
pertrechos correspondientes. Se le entregaron también veinte quintales de
hierro, un fuelle, herramientas de herrería, carpintería, construcción y
labranza.
El 15 de julio Vernet se trasladó a las Malvinas junto con
su esposa, María Sáez, y sus hijos Emilio, Luisa y Sofía. Viajaron con él 15
colonos ingleses y 23 alemanes, incluidas sus familias. Llevó además personal
de servicio y peones en el que los rioplatenses (afroamericanos, gauchos e
indígenas) eran mayoría. Al jurar la bandera y tomar posesión de su cargo, el
30 de agosto, leyó una proclama acompañada con las tradicionales veintiún
salvas de cañón:
Domingo 23 de agosto de 1829
El comandante político y militar nombrado por el Superior
Gobierno de Buenos Aires, en conformidad con el decreto de 10 de junio que
acabo de haceros público, ha elegido este día aniversario de Santa Rosa de
Lima, patrona de la América, y para ejercer de nuevo un acto formal de dominio
que tiene la república de Buenos Aires sobre estas Islas Malvinas, las de
Tierra del Fuego y sus adyacentes y demás territorios desde donde acaba el de
la comandancia de Patagones, hasta el Cabo de Hornos; y al efecto ha enarbolado
en este día el pabellón de la República saludándolo en la mejor forma que
permite el naciente estado de esta población.
El comandante espera que cada uno de los habitantes dará en
todo tiempo de subordinación a las leyes, viviendo como hermanos en unión y
armonía a fin de que con el incremento de población que se espera y que el
Superior Gobierno ha prometido fomentar y proteger nazca en su territorio
austral una población que haga honor a la República cuyo dominio reconocemos
¡Viva la patria!
Desarrollo y progreso
El nuevo comandante procedió a mejorar el asentamiento de
Puerto Soledad, al que rebautizó como Puerto Luis. Agregó diez viviendas, para
el cirujano, el almacén y el despensero, entre otros; y algunas más modestas
para los peones. Implementó políticas para desarrollar la economía: promovió la
exportación de cueros y carne salada; auspició la inmigración, nombrando
agentes en el extranjero para que reclutasen colonos; cartografió el
archipiélago; dividió las islas en once secciones, cada una a cargo de un
funcionario de contralor independiente; parceló y distribuyó las tierras entre
los colonos, etc. Vernet sellaba la documentación con un timbre que decía
"Armas de la Patria. Comandancia de Malvinas y adyacentes".
Una de las actividades económicas centrales fue la de la
producción ganadera, generalmente a cargo de los gauchos e indígenas, que
aprovechaba el ganado vacuno cimarrón que vagaba por la isla Soledad desde los
tiempos del primer colono, Louis Antoine de Bougainville. Otras actividades
primordiales eran las de la pesca de merluza y la caza de focas y lobos
marinos, ambas en las aguas jurisdiccionales de la comandancia, tanto en
Malvinas como en la isla de los Estados; y la del saladero que aseguraba la conservación
de la mercadería exportada.
Los productos de las islas tenían como principal mercado a
Buenos Aires: se exportaba carne salada, pescado en salmuera, sebo, cueros de
lobos marinos y ganado vacuno, pieles de conejo, etc. La comandancia tenía
asignadas algunas naves de transporte, comandadas por el asistente de Vernet,
Matthew Brisbane, Emilio Vernet y otros.
El capitán Robert Fitz Roy fue huésped de la comandancia,
algunos de sus comentarios dejan entrever cómo el continuo progreso material de
la colonia había permitido alcanzar cierto grado de refinamiento en medio de la
inhóspita geografía:
El gobernador Luis Vernet me recibió con cordialidad. Está
muy bien informado y habla varios idiomas. Su casa es larga y baja de un solo
piso y paredes muy gruesas de piedra. Encontré allí una buena biblioteca de
obras españolas, alemanas e inglesas. Durante la comida se sostuvo animada
conversación en la que tomaban parte Mr. Vernet, su esposa, Mr. Brisbane y
otros; por la noche hubo música y baile. En la habitación había un gran piano;
la señora de Vernet, una bonaerense, nos dejó oír su excelente voz que sonaba
un poco extraña en las Falklands, donde solo esperábamos encontrar algunos
loberos.
Su reporte al gobierno británico sobre el éxito alcanzado
por el asentamiento sería fundamental en la renovación del interés del Reino
Unido por las riquezas del archipiélago.
La población estable aumentó rápidamente, y superó el
centenar de individuos. Cuando arribaban naves loberas y pesqueras contratadas
por la comandancia, el número se elevaba a tres centenares. En 1830 nacieron
los primeros seres humanos del archipiélago, entre ellos la cuarta hija de
Vernet, el 5 de febrero, a la que se llamó Malvina.
Las proyecciones del negocio eran óptimas, y Vernet comenzó
a planear la organización concreta de la proyectada comandancia sobre el
estrecho de Magallanes. Envíó a Brisbane en el buque Unicorn para lograr la
cooperación de los indígenas tehuelches del extremo meridional del continente.
Estableció contacto con una cacique a la que se llamaba Reina María y la invitó
a pasar dos semanas en las islas Malvinas. La mujer aceptó la invitación y la
propuesta de bendecir la segunda comandancia; Vernet declaró un feriado en
homenaje a la líder indígena. Los desastrosos acontecimientos de los meses
siguientes impidieron la concreción del proyecto.
Aumento del interés de Londres
Para esa época, en algunos círculos empresariales y militares del Reino Unido había comenzado a gestarse un renovado interés en el aprovechamiento económico de los territorios atlánticos meridionales en general y del archipiélago de Malvinas en particular.
Para esa época, en algunos círculos empresariales y militares del Reino Unido había comenzado a gestarse un renovado interés en el aprovechamiento económico de los territorios atlánticos meridionales en general y del archipiélago de Malvinas en particular.
El 12 de abril de 1829 el oficial de marina W. Langton, tras
una breve visita a las islas, sugirió por escrito al parlamentario Potter
MacQueen la conveniencia de asentar una colonia en el archipiélago para
reabastecimiento de las naves que daban la vuelta al cabo de Hornos. Según el
Almirantazgo Británico, tal acción conseguiría varias ventajas adicionales,
como la de facilitar la actividad de pesqueros, balleneros y foqueros, controlar
la piratería y abrir el camino a Australia.
En julio de ese año un financista de apellido Beckington
envió una carta al primer ministro británico Arthur Wellesley, en la que
solicitaba que el gobierno estableciera una colonia en las islas Malvinas. En
una nota al crecientemente influyente Robert Peel, considera de fundamental
importancia que Londres se apoderase:
(...) de un puesto
solitario en la parte más meridional de los territorios que en Sud América
pertenecían a España (sic) y que bordean el Atlántico, región no habitada por
españoles.
En su nota agregaba:
(...) las jóvenes
repúblicas no tenían ningún poder para impedir dicha ocupación.
El Gobierno británico utilizó el nombramiento de Vernet como excusa para actuar, y el 19 de noviembre de 1831 envió una protesta al ministro de relaciones exteriores Tomás Guido. En dicho escrito el Reino Unido argumentaba que la evacuación de 1774 no había invalidado sus derechos al archipiélago, y acusaba al gobierno de Buenos Aires de haber avanzado sobre su soberanía.
Con ese acto, el Reino Unido desconocía todos los antecedentes por los cuales había renunciado al territorio:
- La Paz de Utrecht de 1712-1714, por la que se comprometía a no interferir en los dominios españoles de América Central y del Sur y sus aguas y territorios circundantes, y por lo tanto abandonaba cualquier reclamo de hipotéticos derechos.
- El Tratado de Sevilla del 9 de noviembre de 1729 que reafirmaba la vigencia de lo dispuesto en Utrecht.
- La Paz de Aquisgrán de 1748, que volvía a confirmar lo acordado en materia territorial por el texto de Utrecht.
- La Declaración de Masserano de 1771, firmada por sus más altas autoridades, en la que España confirmaba expresamente sus títulos de soberanía sobre el archipiélago.
- El Tratado de San Lorenzo de 1790 en el que reconocía explícitamente la soberanía española sobre las Malvinas y renunciaba a todo intento de comerciar y formar colonias en sus mares.
- La continua e inobjetada ocupación española del archipiélago desde 1767 hasta 1811, que contrastaba con el breve asentamiento británico, abandonado en 1774 posiblemente debido a un acuerdo secreto con España, según admite buena parte de la historiografía británica coetánea y actual.
- La toma de posesión formal de las islas en 1820 por parte del Estado argentino bajo el marco legal del uti possidetis iure, cuya noticia fue publicada en Europa y en los Estados Unidos y el nombramiento sucesivo de tres comandantes militares rioplatenses con el objeto de asegurar la sumisión efectiva del territorio, hechos por los cuales nunca emitió reserva ni queja, ni al reconocer oficialmente en 1823 a la nueva nación ni al firmar en 1825 el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación con las Provincias Unidas.
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